Los símbolos: Demetria y la madreselva
En la tumba Armando Palacio Valdés aparecen referencias a la obra literaria del difunto: La mujer representa la figura de Demetria, un personaje de La aldea perdida (obra del mismo Armando). La madreselva es el carácter indómito de la vida y la naturaleza de un mundo que se resiste a ser enterrado por los hierros y humos industriales. El medallón de la parte superior contiene la figura del autor y en la parte inferior un texto de la novela que protagoniza Demetria: “Viajero, si algún día escalas las montañas de Asturias y tropiezas con la tumba del poeta, deja sobre ella una rama de madreselva. Así Dios te bendiga y guíe tus pasos con felicidad por el Principado”.
El autor es Jacinto Higueras.
El personaje: Armando Palacio Valdés
Se traslada con su familia a Avilés a los pocos meses de su nacimiento, pero las largas temporadas que pasa en su pueblo natal marcan su vida y su obra. En septiembre de 1870 obtuvo el grado de bachiller en Artes y en octubre se trasladó a Madrid para seguir en la Universidad Central la carrera de Leyes, cursando los estudios de Derecho y de Administración, de los que se licenció en 1874. Mantuvo relación con Clarín y Tomás de Tuero, con los que compartía piso y sacaron en 1872 tres números de Rabagás, periódico audaz y político satírico. Llegó a ser director de La Revista Europea, una de las principales publicaciones del mundo intelectual madrileño de la época e ingresó en la Real Academia Española en 1906.
En 1878 aparecen sus primeros ensayos, Los oradores del Ateneo y Los novelistas españoles. En 1879 se edita su primer libro de relatos, Crótalos Hórridos. Se dio a conocer como novelista con El señorito Octavio (1881), pero ganó la celebridad con Marta y María (1883), ambientada en la ciudad ficticia de Nieva, que en realidad representa a Avilés. En esta época de su evolución literaria suele ambientar sus novelas en Asturias.
Las obras más conocidas de Armando Palacio Valdés son La hermana San Sulpicio (1889), que transcurre en tierras andaluzas y La aldea Perdida (1903), basada en la vida rural de la Asturias del siglo XX, cuando se empieza a desarrollar la minería con la primera revolución industrial. Esta obra narra la historia de Demetria, joven que vive en Entralgo, enamorada de Nolo, un mozo del pueblo y la cual se enfrentará a varios infortunios, entre ellos su muerte a manos de un minero de Lorío al final de la obra.
Desde el punto de vista literario podemos distinguir tres períodos distintos por los que pasa el autor asturiano: Naturalismo matizado (1881-1893), Crisis espiritual (1894-1899) e Inicio al Conservadurismo y Éxito popular (1900-1938). En 1884 entra en la etapa denominada como Crisis Espiritual. El autor aboga por una mayor atención a la espiritualidad de los personajes en detrimento de la trama novelesca. A sus 68 años escribe La novela de un Novelista, una obra autobiográfica en la que narra sus vivencias y recuerdos de infancia y juventud. En las últimas obras literarias del escritor se va perdiendo el carácter crítico de sus primeros años y abandona definitivamente posturas anticlericales o antiaristocráticas. Su obra póstuma, que lleva por título Álbum de un viejo, se publica en 1941, tres años después de su muerte.
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Tras los pasos de Armando Palacio Valdés. Texto+ video
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